un sábado por invitación de un amigo que tiene un proyecto bonito (Tomatodo) hice flotar mi cámara por la mitad de la mañana de los señores y señoras que arreglan y ponen bonitas las cosas que para muchos de nosotros ya son feas y llegaron a su final.
La plaza Minorista, José María Villa, es una galería de 3 pisos por donde los compradores caminan escogiendo lo necesario para pasar los días, y no quedarse pelados para volver en bus, o mejor, en taxi a casa.
Desde Ropa usada en buen estado, pasando por lo granos recién despegados de la mata, y la legumbre fresca y de todos los colores, y los abarrotes con los precios más bajos del mercado, y la carne de primera, y las hierbas para terminar de enamorar a ese hombre que tanta brega te da, y la mascota que tu hija quiere desde hace mucho tiempo, y la bicicleta que sabiendo que es robada sale barata para ir y volver del trabajo, y la herramienta para la obra civil a precios irrisorios, y el surtido completo para tu negocio de esquina, y los dulces al por mayor para que ningún niño en la fiesta se quede sin chupar.
La Plaza Minorista, una ciudad dentro de otra ciudad.
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