domingo, 30 de agosto de 2009

Helados La Campiña



Ese sonidito lo escuchábamos desde cuadras de distancia. Y mirábamos a mi abuela, y ella nos decía que si, y comenzaba a sacar su billete mientras corríamos a esperar el carrito en el balcón, y luego, pisábamos el asfalto caliente de Medellín del noventa, y uno a uno (primito a primito), recibíamos unos ricos helados de La Campiña.

Ya en Medellín en los barrios de Medellín donde he vivido no se escucha esa linda música sonada desde un casete.
Y cuando vi en el Parque del Tercer Milenio este carrito, no me quede con las ganas de gastarme los últimos segundos de la memoria, y comerme un rico conito.

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