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Contar el cuento siempre es necesario. Y en medio de unos días llenos de experimentos, apuestas y búsquedas, que puedas y alguien te invite a contar lo que estas haciendo para que tu mamá te vea y solo piense "Juan se compró unos tenis nuevos". O para que mi prima loca le diera por rebuscarse el teléfono de Telemedellín, para llamar a saludar (Dios a veces es bueno, y no permitió que pasaran al teléfono).

La molestia de que te echen polvo, la idiotez de no grabar mientras el show, y la adrenalina de que las cámaras te enfoquen y un montón de desparchados rajen de uno. Delicioso.