Desde niño siempre me gusto pasar horas y horas en las maquinitas del Pin Ball (por lo visto desaparecidas en nuestra ciudad) y en las de Namco y Arkanoid, que traían peleas y carros y motos que se destruyen.
Ya grande, y como en los sueños de los niños, con la plata para poder hacerlo, vuelvo a jugar en cada máquina, una y otra vez.
Lástima que no exista en las salas muchos juegos para niños adultos como Ana Maria y como yo.
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