Volví al estadio, Parte 2.
Después de la fiesta, de gritar, de almorzar, había que ingresar al estadio.
Fui a tribuna norte porque esas eran las boletas que mis primos tenían, y porque volver no es fácil. Estuve alejado del fútbol de los domingos y de las barras de casi todos los días por mucho, mucho tiempo.
Entrar, la fila, la requisa, el impresionarse con el verdor de la cancha. La bulla, la marihuana, el sol, la incomodidad, el cemento caliente y/o húmedo.
Es como si nunca me hubiese ido, pero estaba casi en las mismas condiciones que Ana María que asistía por primera vez.
¿El partido?
Una mierda, no pago la boleta. La misma sensación por la cual deje de ir.
Somos demasiada hinchada para tan poco equipo.
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